Recuerdo claramente al ir caminando por la Alameda, las caras de muchas mujeres, eufóricas, con bandas presidenciales, claramente cada una de nosotras nos sentíamos también como empezando a gobernar de manera metafórica nuestras vidas.
Todos teníamos claro que esta vez si habría un gran cambio en Chile, y no solo por que era nuestra primera mujer presidenta, si no que el reto social de gobernar un país donde los hombres han formulado las reglas, no sería nada fácil, en un país estructurado y con tendencia machista.
Al empezar su discurso como presidenta electa me emocioné.
«(...) ¿Quién lo hubiera pensado, amigas y amigos? (...) ¿Quién lo hubiera pensado, hace veinte, diez o cinco años atrás, que Chile elegiría como presidente a una mujer? Parecía difícil, pero fue posible. Es posible, porque los ciudadanos lo quisieron, porque la democracia lo permitió. Gracias, amigas y amigos. Gracias, Chile. Gracias por el voto de millones de ustedes. (...) Mi compromiso como presidenta de Chile será recorrer, junto a ustedes, un tramo más de esta gran alameda de libertad que hemos venido abriendo.».
Desde eso hace ya cuatro años, y en el transcurso de este gobierno que he vivido desde el extranjero, pero que siento cercano, me hace tremendamente feliz y me llena de orgullo que la misión de Michelle Bachelet de construir un gobierno paritario, donde se gobernara con justicia, fortaleza y valentía, se ha cumplido. Que las mujeres en Chile cada vez mas asumen poder y liderazgo y por sobre todo que son capaces de demostrar que lo hacen tan bien como un hombre.
El gobierno de Michelle se despide con un 80% de aceptación popular, cifra no alcanzada por ningún anterior mandatario de la concertación, pero por sobre todo con un Chile mas abierto, mas cercano mas sensible y con mujeres capaces de construir concensos.